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84 LOS ~.!EDIOS como ella conservó fielmente en su corazón todas las palabras pronunciadas por su di– vino Hijo juntamente con las que proclama– ban sus mistet!os y grandezas, también exige de nosotras la misma premura e idéntfca vigilancia en todo aquello que constituye la perfección de una Orden que la honra espe– cialmente... Una pequeña desviación al prin– cipio del cami 1 10, se hace grande al fin de la jornada. Puesto que hemos sido elegidas por Dios para fundar una Orden que cada día le ofrece hostias vivas, santas y agradables, seriamos castigadas por su divina majestad, si descuidáramos alguna ceremonia de este sacrificio. Formamos el cuerpo de la Reli– gión y damos la vida a esta nueva criatura,,"'. En carta dirigidia a una de sus sobrinas el 25 de julio de 1637, le proponía como medio eficací– simo para llegar a ser, como debía, « verdadera hija e imitadora,, de María santísima, « la exacta observancia de nuestros votos y de nuestras san– tas reglas, que yo deseo observeis con amor fer– viente, y que este amor abrase vuestro corazón e inunde todas vuestras facultades » ". Así hablaba ya e 1 1 el ocaso de su vida; mas no hacía sino recoger el motivo fundamental de su actividad formativa y educacional durante los años de su mayor dinamismo como Fundadora. Si ·• FRAXCISCO JULIA DE TüLOSA, Vita della Venerabile, par– te II, cap. 9, f. 227r-288r. " Cf. Histoire ele l'Ordre I, p. 276. El contexto de la carta, bien que dirigida a la sobrina residente a la sazón en el monasterio de Poitiers, manifiesta bien a las claras que la doctrina se exponía como documento a todas las religiosas ele la comunidad.

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