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(i LA OBSERV.\:SCL\ REGlJL\R 81 mas heroicas y la enseñó con el celo de los após– toles. Su ejemplo no fue estéril ni su magisterio infecundo. l. - GUIA SEGURA DE PERFECCION. Para la Santa Madre las reglas y constituciones ele la Orden tendían fundamentalmente a trazar y delimitar con claridad y precisión las rutas de la santidad. Cualquiera que encaminara sus pasos por estos senderos podía estar seguro de llegar victoriosamente a la meta deseada. Si la debilidad innata de la criatura reclama un sostén para no tropezar y caer en ias inevitables emboscadas y asechanzas del enemigo, basta que se apoye en el seguro báculo de la ley. Si la mente humana necesita una luz que disipe las dudas y esclarezca las tinieblas que a veces la envuelven en la busca ele la verdad, abra el libro de la ley. Ni cabe dudar de su eficacia, pues las reglas y constituciones tie– nen por autor al mismo Espíritu Santo y por in– térprete autorizado el magisterio de la Iglesia, que las aprueba y garantiza. No hay desperdicio en el artículo preliminar de las constituciones espirituales. Léase con la de– bida atención. Su lectura hace superfluo todo co– mentario. Dice así: « Si los que emprenden una larga y pe– ligrosa peregrinación tienen por necesario el tomar una experimentada guía, que con mayor presteza, comodidad y seguridad, los lleve salvos al lugar a donde pretenden ir;