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I LA OBSERVANCIA REGULAR En el lenguaje monástico estas dos palabras unidas significan y comprenden el fiel y exacto cumplimineto de todas las obligaciones inheren– tes a los votos religiosos y contenidas en las reglas, constituciones, usos y costumbres legítimas del propio Instituto. A11ora bien, puesto que to– do este variado y complejo conjunto de normas es una patente manifestación de la volutad de Dios, se comprende sin dificuldad cómo la obser– vancia regular es un medio eficacísimo e insusti– tuible de la perfección y santidad del religioso. Esta verdad no es más que el eco y resonancia de la palabra evangélica: « Si me amais observad mis mandamientos »; « Si observais mis mandamien– tos, perseverareis en mi amor » 1 • Y Juana de Les– tonnac la comprendió con el penetrante intuito de los santos, la actuó con la fidelidad de las al- 1 In. 14, 15; 15, 10.