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66 PROPEDEUTICA ESPIRITUAL les » 40 • A través de la lista o catálogo de estos libros trasluce la existencia de una biblioteca de espiritualidad selecta y variada, cuyo valor y ri– queza, como es obvio, deben ser interpretados no según nuestros gustos y exigencias modernas, sino más bien según la cultura y atractivos de aquella época. Ante todo, no debe faltar nunca la sagrada Escritura y precisamente en francés. La particu– laridad de la lengua vulgar no carece de impor– tancia. La patrología está representada por las Confesiones de S. Agustín y por el Espistolario de S. Jerónimo. Al lado de las obras clásicas de la espiritualidad católica, como los opúsculos de S. Bernardo y S. Buenaventura, las cartas de S. Catalina de Siena y las obras completas de S. Teresa, S. Francisco de Sales, el P. Luis de Gra– nada y el beato Juan de Avila, se encuentran los maestros espirituales contemporáneos más insig– nes, v.g. Diego de Estella, Antonio de Guevara, Luis de La Puente, Baltasar Alvarez de Paz, Alonso Rodríguez, Pinelli y Binet, Arias y Piatti, etc. La hagiografía ofrece las obras generales de Juan Clímaco y Ribadeneira, la Leyenda de Oro, S. Car– los Borromeo y el capuchino Angel de Joyeuse, las Vidas de los Padres y Hermanos de la Compañía y en especial la de S. Ignacio. De historia se re• cuerdan las crónicas de las grandes Ordenes reli– giosas, benedictinos, dominicos, franciscanos y jesuitas; y también algunos libros de misiones. 45 Por otra parte se proscribían los libros vanos, mun– danos, inútiles o peligrosos. Cf. Regles de la Premiere III/30, en Rectdl, p. 63.

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