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62 PROPEDEUTICA ESPIRITUAL do estas normas y amoldándose a su espíritu. Cuando la Madre Carlota eles Granges se hizo cargo de la recién fundada comunidad ele Brioude y se percató que no había allí ni en los alrededores residencia ele los jesuitas, se dirigió al General ele la Compaüía manifestándole sus deseos y sus ne– cesidades. Y el 10 ele enero ele 1632 el P. Muzio Vi telleschi, accediendo a sus ruegos, la aseguraba que había trasmitido órdenes al Provincial de Aquitania para que proveyera afin que aquella comunidad tuviera siempre los predicadores de ejercicios que solicitara"'. Y lo mismo decidió el sucesor ele Vitellcschi, P. Vicente Carafa, el 15 de agosto de 1647 a favor de la comunidad de Alern;:on:is. La metodología ignaciana de los ejercicios era de rigor, aun cuando los directores fueran sacer– dotes seculares o religiosos ele otras Ordenes"". Y se había hecho tan común, que a ella se acomo– daban las mismas Superioras, cuando por un mo– tivo u otro, los dirigían a sus respectivas comu– nidades. Así consta que lo hicieron la Superiora de Agen, Madre Margarita de Poyferré", la ele Périgueux, Madre Susana de Briarn;on° 3 y la de La Fléche, Madre Margarita Filloleau 3 ". El insigne ''"' Véase el texto de la carta del General Vitelleschi en Histoire de l'Ordre II, p. 247. '" Cf. Histoire ele l'Ordrc II, p. 354. sn Así lo hacían los ya nombrados directores Lac y Súnchez; y así debía hacerlo también el confesor, cuando los dirigía. 37 Cf. Histoire de l'Orclre I, p. 571. Cf. lbicl., p. 560.

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