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52 PROPEDEtJTICA ESPIRITtJAL palabra, enseñar el modo de confesarse bien, y comulgar con fruto, oir misa, rezar, me– ditar, recitar el rosario, examinar la con– ciencia, leer buenos libros, y hacer cosas semejantes según la capacidad de cada una. La repetición del catecismo y la lectura de la explicación según el catecismo grande de Belarmino se podrá comodamente hacer en el tiempo y lugar ele la lectura en común. Y un día a la semana canten todas juntas algunas tonadillas espirituales aprendidas en tiempo ele recreación extraordinaria » 16 • b) Las conferencias espirituales A una formación más esmerada y a un cono– cimiento más perfecto ele las obligaciones del pro– pio estado, se enderezaban asimismo las confe– rencias espirituales ele los sábados reservadas a la comunidad y las de los domingos en la iglesia del monasterio, a las cuales debían concurrir to– das''. Y una ele las obligaciones específicas ele la Superiora consistía en buscar maestros ele espí– ritu, sacerdotes seculares o religiosos, bien im– puestos en la finalidad y espiritualidad de la Or– den, los cuales mediante oportunas instrucciones 1 '' Regles de la maitresse des 11ovices IV/33, en Recueil, p. 69. 17 Los primeros proyectos del Instituto, es decir el Abrégé de la Fundadora y la Fórmula enviada a Roma por el cardenal de Sourdis hablan de las conferencias sema– nales; pero luego se adoptó el criterio de tenerlas siquiera dos voces al mes. Las llamadas constituciones de los car– denales especifican muy bien su finalidad con estas pala– bras: « Ut sic possint in omni virtute crescere" Cf. Re– cueil, P. 23.

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