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.¡ PREST.:PUESTOS ORIENTADORES 49 cual significa que las religiosas no deben absolu– tamente contentarse con una piedad formalística y rutinaria, sino que deben poseer todas aquellas nociones que clan al esfuerzo cotidiano de perfec– ción un amplio sentido de responsabilidad y au– mentan sus posibilidades. Esta formación consciente e ilustrada, tanto en lo que se refiere al campo estrictamente espi– ritual como al sector apostólico y educacional, constituye en cierto sentido una novedad y un progreso en la historia de las Ordenes y Congre– gaciones femeninas, y resuelve un problema de palpitante actualidad en la edad postridentina. No eran raros los monasterios, cuyas religiosas carecían de los conocimientos más elementales de la vida cristiana y religiosa; y esta ignorancia era, a no dudarlo, uno de los coeficientes que explican la tan lamentada relajación 1 '. Mas por otra parte, se asistía a un prometedor resurgir de la ciencia espiritual y de la vida monástica, que desembocó en « la invasión mística» de Francia 13 • Y en este movimiento de piedad y de cultura se encuadra ,e Un caso típico, aunque no único, nos lo ofrecen las Benedictinas de Maubuisson, que jugaron un papel no indiferente en las polémicas de los alumbrados franceses. Se dice que no sabían ni confesarse y que se servían de formularios, que especificaban los posibles pecados de los domingos, días de fiesta y de trabajo; y se los pasaban unas otras antes de acercarse al tribunal de la peniten– cia. Cf. L. ENTRAYGUES, Une niece de Montaigne. La bienheu– reuse Jeanne de Leswnnac, París 1938, p. 82. 1 " Cf.Henri BRE'\!OND, Histoire littéraire du sentiment religieux en France II: L'invasion mystique (1590-1620), París 1925.
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