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46 PHOPEDE1JTIC\ ESPIRITL'AL de conciencia, relaciones espirituales, tratados ascéticos, etc., circulaban por los monasterios y en los círculos piadosos, y trasmitían experien– cias y doctrinas, que precisamente por evitar el control de la autoridad legítima, exponían las al– mas a deplorables engaños. Para cortar de raiz el mal, se ordena que « ninguna de o envíe escritos a personas de dentro o de fuera de casa, instruc– ciones o meditaciones, ni comunique los ejercicios espirituales a nadie sin aprobación del confesor y de la Madre Superiora,>'. Aun más, se prohibe al mismo confesor entregar a las religiosas sin el consejo y aprobación de la Superiora, instruc– ciones y meditaciones manuscritas 8 • A propósito de los oficios humildes a que de– ben dedicarse de cuando en cuando indistinta– mente todas las religiosas, se les advierte « que consideren que todo lo que se hace por amor de Dios, por más vil que parezca, es siempre muy grande y nmy noble, y que nada hay pequeño en la Religón », cuando se hace por obediencia, "' pues se sirve a Dios y a sus esposas »". Asimismo se estimula a todas a obrar siempre con generosidad, pues ésta es el secreto de más copiosas gracias y bendiciones divinas. tresecados, por ejemplo, de la obra de Henri BRDrn:s;o, His– toire littéraire du sentiment religieux en France XI: Le proces des mystiques, Paris 1933. 7 Regles et constitutions communes IV/36, en ReCLtcil, p. 58. s Regles ou instructions pour le confesseur, n. 10, en Rccucil, p. 92. " Regles qui concenzent l'instruction spirituelle VI/12, en Recueil, p. 53.

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