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EN EL PERIODO DE FORl\L\CION 39 zontes de la tan deseada renovación y perfección. Y el recuerdo de las vidas de los santos"" ayuda– rán no poco « a corregir las imperfecciones, a procurar los medios aptos y convenientes para ap1"eciar mucho la vocación y perfeccionarse en ella ,,. Asimismo las tres meditaciones diarias fa– cilitan « el conocimiento y detestación de la feal– dad y nocividad ele los defectos, y también el deseo de una enmienda radical y de una adhesión incondicional a la vocación "· Todo debe contribuir « a excitar y corroborar el ansia de cenovarse y trasform~irse en un estado más perfecto, sirviéndose al efecto de ardentísimas jacu– latorias, como éstas; ¿ Hasta cuando, Señor, hasta cuando? ¡ Tened piedad de mi, oh Dios mio! ¡ Señor mío, mirad a vuestra sierva! ¡ Ah, bondad mia! ¿ Dios mio, no purificareis vos mi alma?; Ah, y cuando seré yo pura como un úngel? ¡ Un corazón nuevo, Dios mio! ¡ Oh divino fuego, purificadme! Oh fuen– te de vida, lavaclme! ». En un contexto semejante de silencio y morti– tifación, vivificado por la oración y el recogi– miento, no cabe la menor duda de que las jóvenes profesas ponían sólidos fundamentos « para obte– ner ele Dios la gracia de una perfecta renovación De la imitación de Nuestra Señora, Valencia 1588. Tra– ducción francesca, Paris 1595, etc.; - Luis de LA PUENTE, S.J., De la perfección cristiana en todos sus estados, 3 vol!., Valladolid 1612. Versión francesa, Paris 1614, etc. "" Además ele la vidas de Jesús y María, se sugiera la lectura de las vidas ele S. Ignacio y de S. Francisco Javier, las de los Padres y Hermanos de la Compañía ele Jesús, y la ele! capuchino Angel de Joyeuse.
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