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EN EL PERlODO DE FORl\L\CION 35 por el espíritu maligno para servirse después de ellas para introducir la relajación y la liviandad, para perturbar la paz con una con– ducta desarreglada y abrir la puerta a su perdición, aun en la vía más segura de sal– vación y más ventajosa para escalar la per– fección de la vida cristiana... La Fundadora, después de establecer los principios acerca de la discreción en elegir las ,'ocaciones y del método para recibir a las jóvenes, propone las instrucciones que deben dárseles, los estatutos o reglamentos que conviene imponer y la conveniente dis– tribución del tiempo para obsen·arlos orde– nadamente. No hallo nada más sublime que las instrucciones dadas a sus primeras no– vicias, ni nada más dulce y eficaz que la manera con la cual se las hacía saborear. Comenzó por inspirarles el desprendimiento de los bienes y de las ventajas que el mundo ofrece, el desprecio de sus vanidades, la re– nuncia de sí mismas v el amor a la mortifi– cación. Antes ele regular sus sentimientos, formó sus corazones. Humilló el cuerpo por el espíritu, entusiasmándolas con la oración, con el recogimiento interior, con el conoci– meinto de sus debilidades, con la constante sumisión y habitual dependencia de aquellos a quienes Dios ha puesto en su lugar. En esta escuela comprendieron sus hijas que la virtud no es ni puede ser fruto del humor y del temperamento, sino ele los mo– vimientos ele la gracia fielmente correspon– didos; que el verdadero fervor no consiste en las exterioridades ele la vida regular, sino en los movimientos secretos del espíritu de Dios que inundan al alma; que el velo y el

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