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194 LAS COORDEN,\D:1:, sola alma redimida por la sangre preciosísima de Jesús!»"º. En el monasterio de La Fleche eran proverbia– les los entusiasmos misioneros y las industrias apostólicas de la Madre Catalina Engaigne (t 1645), que había sido una de las fundadoras . La Madre Margarita Filloleau no podía reprimir sus trasportes de alegría ni contener sus lágrimas de emoción, cuando se enteraba de los maravillosos frutos cosechados por los misioneros jesuitas"'. 4. - EL ALMA DEL APOSTOLADO. El movimiento que se ha delineado en las pá– ginas anteriores tenía un fundamento sólido y un resorte irresistible. Estaba anclado en la vida in– terior. A la Madre Lestonnac no se había ocultado, al trazar las directrices de su acción, la instru– mentalidad del apostolado católico. El apóstol an– tes que canal debe ser fuente. Es como el sembra– dor que ha de recoger y conservar en sus graneros la simiente que luego desparramará a manos llenas en el surco en que ha de fructificar. El alma de este apostolado enseñado y vivido era la vida in– terior aureolada por las virtudes evangélicas y reli– giosas. Tiene valor universal indefectible el ya ci– tado artículo de las constituciones: « Todas las personas que estuvieren alis– tadas en esta Compañía trabajen por alean- "º Cf. ibid., p. 222. es Cf. Histoire de l'Ordre II, p. 85; Paul C\LENDI:-;r, Le couvent des Filles de Notre-Dame de La Fleche, p. 117 sig. e1 Cf. Histoire de l'Ordre II, p. 105.
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