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,31 APOSTOLADO 193 inmediatas las urgentes neces~dades de la Iglesia militante entre infieles"'. A cualquiera se le alcanza que en este clima espiritual y eclesial no podían por menos de ger– minar vocaciones misioneras y almas apostólicas. Y en primera fila se yergue la prócer figura de la Fundadora. « ¡ Ah, mi divino Jesús -la oyeron exclamar inflamada por el fuego del celo de las almas- que no pueda yo recorrer toda la tierra persuadiendo a los hombres de las finezas de tu amor para con ellos! » "'. Sobresalía de tal mane– ra bajo este aspecto « que parecía como si no tu– viera más virtudes que esta o que en todo caso fuera esta su nota distintiva y diferencial. No que no poseyera otras virtudes en grado eminen– te; pero el celo sobresalía tanto, que parecía eclip– sar a las demás, como al salir el sol pierden sus claridades todos los astros pequeños, cual si se avergonzaran de comparecer ante su esplendor » 04 • Y no era el suyo un celo supe11ficial o un fervor pasajero. Ahondaba sus mices en el dogma. La voluntad salvífica de Dios no excluye a nadie, es universal. Todos los hombres han sido redimidos por Cristo. « ¡ Ah, si conociérais el valor de una 'º Cf. Regles pour la bibliothécaire, en Recueil, p. 80. En particular se recomienda la voluminosa obra del jesui– ta Pedro JARRIC, Histoire des clzoses plus memorables ad– venues tant ez hules Orientales que autres pais, 2 vol!., Bordeaux 1608-1613. "" Cf. FRANCISCO JULIA DE TO,\OSA, Vita della Venerabile, parte I, cap. 18, f. 124r; parte II, cap. 8, f. 218r; Histoire de l'Ordre I ,p. 358. " Cf. DE SAINTE MARIE, Abrégé de la vie, p. 225 sig.

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