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,\PiJSTOL.\IJO 189 Entra denodadamente en la lid y ocupa en la ba– talla por la restauración católica el puesto que compete a su condición. Cristianizar la infancia y la juventud para cristianizar la familia y la so– ciedad. La vida contemplativa y la vida activa, la oración y la penitencia, la escuela y el pensionado, tienen una sola razón de ser: vivir en la Iglesia y para la Iglesia. La riqueza espiritual y apostó– lica de la Orden se polariza hacia la meta de la conquista espiritual de las almas, o lo que es lo mismo a la dilatación del Cuerpo místico de Cris– to. Un solo ideal encarnado y desplegado bajo diversas formas y matices. El biógrafo lo expone en los siguientes términos: « A esto se enderezaban todos sus pensa– mientos, es decir, a aliviar al prójimo en sus necesidades espirituales y corporales. Se diría que su única preocupación era la de descubrir medios para hacerse más útil a los demás; como si se olvidara de su propia salvación para asegurar la de los otros. En realidad, ¿a qué miraban tantas plegarias como elevaba al cielo continuamente y las que deseaba que se hicieran con frecuencia por los demás, sino a librar a unos de una mala costumbre, a otros del peligro espiri– tual en que se encontraban, etc.? » 1 ';. Por estas razones concibió y actuó el plan de su Instituto como una Compañía de vanguardia en servicio permanente y activo de Dios y de las almas. Tan ardiente era su deseo de propagar por doquier la gloria de Dios, que gustosa hubiera en- 1 '' DE S,\I'.\TE MARIE, !lbrégé de la vic, p. 153.

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