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188 LAS COORDEN,\DAS el hecho más que a falta de fervor apostólico fue debido a otros factores; por una parte, a la coyun– tura histórica que les tocó vivir y que no ofrecía a la Orden naciente la posibilidad de ampliar el horizonte ele sus actividades en las lejanas tierras del Canadá; y, por otra, al hecho ele que aun no se había pensado desplegar sistematicamente las fuerzas femeninas en el frente misionero de van– guardia. Descartada, pues, la posibilidad -y aun más la realidad- ele actuar directamente en el campo misional, su sentido apostólico y su voca– ción misionera se explayaron ayudando y prestan– do su colaboración a la Iglesia entre fieles en una gama indefinida de múltiples y variados aspectos, sobre todo con su polifacética actividad en escue– las y pensionados. Los biógrafos recuerdan que fue la visión ima– ginaria de las almas que a diario precipitan en el infierno el último toque de alarma que la orien– tó sin titubeos ni vacilaciones hacia la organiza– ción de un Instituto religioso, cuyos miembros se dedicaran si no a evitar. por lo menos a dismi– nuir las proporciones de quella hecatombe, a conquistar almas para Dios, a dilatar el reino ele Jesucristo y destruir el ele satanás 1 '. Su primer campo de reconquista fue la sociedad pervertida por la herejía. El plan ele acción comienza a de– sarrollarse allí donde la cizaña del error había pretendido sofocar el buen grano. No se contentó con orar y sufrir por la grey del Buen Pastor. 15 Cf. DE S,\INIE MARIE, Abrégé de la vic, P. 218; FR,\N– CISCO JULL\ DE ToLOSA, Vita della Venerabile, parte II, cap. 8, f. 215 sig.

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