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186 L.1S COORIJE:SA!l\S falta de oportunidad o de posibilidad. Pero la espiritual era siempre posible y debía ser una rea– lidad; con ella se vivía más intimamente el espí– ritu eclesial, pues ponía en contacto con las almas y con sus necesidades. La oración de súplica en los monasterios se enderezaba a este fin. Una de las tres partes diarias del Rosario se aplicaba en todos los monasterios « por la Santa Iglesia, por el Sumo Pontífice, por los Cardenales, por el Ordinario, por las Ordenes religiosas y por todos aquellos varones que de alguna manera cooperan con el Espíritu Santo» 11 • Y no solo en público con la súplica comuni– taria. Todas y cada una en particular debían em– peñarse a orar con frecuencia por los intereses de la Iglesia 12 • El ansia que inflamaba a la Santa Madre por llevar la luz del Evangelio a los pue– blos idólatras y participar del mérito de los heral– dos evangélicos consagrados a esta misión, la hada recomendar a sus hijas que unieran con la suya sus oraciones por la conversion de los infie– les y de los pecadores, porque era necesario con– seguir que Dios comunicara abundantemente a sus ministros la gracia que abre los corazones y los dispone para recibirla 13 • Esta vinculación espiritual al sacerdocio cató– lico mediante la ayuda material y la asistencia 1l Cf. Formula Instituti n. 28; Breve n. 26, en Recueil, p. 14 y 32. 12 Cf. Regles ele la sacristaine VI/47, en Recueil, p. 76. i:: Cf. DE S,\INTE MARIE, Abrégé ele la vie, p. 169; FR\N– crsco JULL\ DE TOLOSA, Vita della Venerabile, parte III, cap. 6, f. 288r; Histoire ele l'Orclre I, p. 358.

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