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CRlSTOCE:-.;TRISJ\10 157 valor para su ornamentación, a la que personal– mente contribuyó juntamente con las religiosas preparando con sus manos un precioso dosel de tapicería y primorosos conopeos para cubrir el t:ibernáculo''·'. Por su parte la superiora de La F:leche, Jacoba de Chesnel, no hallaba ocupación más agradable que la de trabajar en adornar los altares y el sa– grario. Y su ejemplo arrastraba y entusiasmaba a toda la comunidad. Quiso cierto día poner las religiosas a la prueba de su devoción eucarística, y les preguntó si estwban dispuestas a aceptar ciertas privaciones y afrontar algunas incomodi– dades para ahorrar y poder adquirir una lámpara que ardiera día y noche ante al Sagrario. Y cantes· taron a coro que gustosas se privarían de todo con tal de gozar ininterrumpidamente de la pre– sencia del Señor y Esposo sacramentado ensalza– do y glorificado con toda la magnificencia posible. Asimismo recomendaba que todo lo relacionado con el culto divino se ejecutara con el máximo decoro y con ejemplar devoción. Con este fin adquirió para la sacristía, entre otros objetos, un preciosísimo copón, un cáliz primoroso y un osten– sorio cincelado de plata dorada y embellecido con perlas preciosas'". La Madre Juana Milón, hija del médico de En– rique IV, mereció en la comunidad de Poitiers el envidiable título de « adoratriz perpetua del :: 4 Cf. Histoire de l'Ordre I, p. 571. '" Cf. Histoire de l'Ordre II, p. 80; Paul CALENDINI, Le co111'e11t des Filies de Notre-Dame de La Fleche, La Fle– che 1905, p. 74 sigs.
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