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156 LAS COORDENADAS todo otro alimento. Se la notaba la violencia que debía hacerse a si misma para apartarse del ta– bernáculo. Al anochecer se hacía entregar la llave del sagrario y la ponía sobre su pecho durante la noche. Pidió que la enterraran en el coro al pie de la ventanilla por la que las religiosas reci– bían la santa comunión para así continuar de al– gún manera rindiendo homenaje al divino Pri– sionero a cuyo amor se había consagrado en vida'". Y puesto que el amor es ingenioso, esta deYO· ción se actuó en los monasterios con muy variadas manifestaciones e iniciativas individuales y colecti– vas. La Madre Isabel Tausin, primera maestra de novicias de Béziers, tenía sus delicias en desem– peñar el oficio de sacristana por la oportunidad que le brindaba de ofrecer una guardia continua a Jesús sacramentado, y eran tales y tantas las muestras de amor que le manifestaba ora sola ora en compañía de sus novicias que los más experi– mentados maestros de espíritu se admiraban y sorprendían no menos del fervor que de la origi– nalidad de las iniciativas '"'. Margarita de Poyferré, superiora de Agen. alentaba de palabra y obra a las religiosas a pre– parar labores para adorno de los altares y sagra– rios. Cuando se trataba de honrar al santísimo Sacramento no reparaba en gastos; las solemnida– des E'Ucarísticas en el monasterio recibían parti– cular realce con la participación de selectos coros musicales que nunca faltaban. Además consiguió dedicarle una capilla; consiguió varios cuadros de 3 ° CL Histoire de l'Orclrc II, p. 244. '"' Cf. Histoire ele l'Orclre I,

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