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CRISTOCENTRISMO 151 cristo que padece y muere por los hombres. ¡ Al amor, al amor, al amor crucificado! Per– manezcamos inmóviles junto a María santí– sima, nuestra Madre gloriosa, y con san Juan en la cima del Calvario». Hubiera deseado corresponder al amor doloro– so de Jesucristo, ofrendándole su sangre con el martirio, o por lo menos anunciando por doquier las finezas de su amor crucificado. El viernes san– to de 1614, no pudiendo contener el ímpetu de este amor, a imitación de santa María Magdalena de' Pazzi exclamó: «¡Muera, muérame yo! ¿Porqué no tengo mil cuerpos y mil vidas para ofrecerlas a mi Jesús en holocausto? ¿Porqué no puedo yo ir gritando por el universo mundo y persua– dir a todos los hombres que es necesario morir en el amor y por el amor de Jesús?». Y cuando acudieron las religiosas, la hallaron sumida en las dulzuras del éxtasis causado por la contemplación del Amor crucificado 19 • La comunidad de Saint Flour practicaiba una función conmovedora para ,revivir ,las atroces esce– nas del Calvario. Habían dispuesto a distancia con– veniente uno de otro siete altares. Cada religiosa cargaba con el instrumento de la pasión que Ie ha– bía caído en suerte y cantando todas las letanías del dulce Nombre de Jesús 20 recorrían procesfo- 10 Cf. FRANCISCO JULIA DE TOLOSA, Vita della Venerabile, parte III, cap. 4, f. 247r-276v. 20 Estas letanías se rezaban también en otros monas– terios, por ejemplo en el de Tolosa. Cf. Coutumier des Re– ligieuses, p. 29.
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