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HS LIS COOROE'.\!AD.\S lar al venerable Olier, cuyas relaciones espiritua– les con la Madre Carlota des Granges, superiora de Brioude, nos son conocidas u_ Las religiosas la cultivaron con cariño no solamente porque en ella encontraban un poderoso aliciente para re– correr con corazón dilatado el camino ele la san– tidad, sino también por el atractivo que suscitaba en la infancia y en la juventud confiada a sus des– velos educacionales y apostólicos. El primer episodio conocido ele la devoción a la divina Infancia tuvo lugar en el monasterio de Saintes en los primeros años de su fundación (1626 ). Azotada la ciudad primero por la guerra y después por la carestía y la peste, la comunidad atraversaba momentos muy difíciles. Las niñas no frecuentaban la escuela y tampoco se presen– taban postulantes. En la festividad de la Anun– ciación de un año imprecisado una religiosa su– girió a la superiora, Madre Gombaut, que nueve religiosas de la comunidad comulgaran por turno el día 25 de cada mes para conmemorar y honrar la demora del Verbo Encarnado en el seno purí- 11 Véase más arriba. Quien desee conocer la panorá– mica histórica y doctrinal del llamado « espíritu de infan– cia» y de la devoción y culto del Niño Jesús consulte en– tre otros autores: Henri BRBIOND, Histoire littéraire du sentiment religieux en France III: La conquéte mystique, París 1925, págs. 312-582; Giovanni GAUTIER, La spiritualitii della scuola francese del XVII secolo, en La Spiritualitá Cattolica, vers. italiana, Milano (1956), P. 339 sig.; Irénéc NüYE, Dévotion á l'Enfance de Jésus, en Dict. de Spirit. IV, col. 652-682. Hasta ahora nadie ha conocido las mani– festaciones de esta devoción en la Orden de Nuestra Se– ñora; y también por este motivo le hemos dedicado noso– tros algunas reflexiones.
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