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14 LA ESPIRITVALill.\D la linfa vivificadora de su dinamismo en el ámbito del Cuerpo Místico de Jesucristo; mientras que la segunda, basada en los estatutos particulares aprobados por la legítima autoridad, les confiere una personalidad moral y canónica en la socie– dad eclesial. La espiritualidad, que en su acepción más ge– nérica, comprende la doctrina y la práctica del itinerario de las almas en sus ascensiones hacia las alturas de la unión con Dios mediante la ca– ridad, es sustancialmente idéntica en todos los Institutos y en todas las almas; pero se diversi– fica según los modos y maneras de concebirlas y actuarlas". En las páginas siguientes nos limi– tamos a investigar el modo peculiar y caracte– rístico que tuvo Santa Juana ele Lestonnac de concebir y enfocar la vida cristiana y religiosa tal y como se refleja en su experiencia personal :v en sus enseñanzas orales y escritas. Y con ello hemos indicado las dos fuentes principales, si " Rebasaríamos los limites del presente trabajo si quisiéramos adentrarnos en la amplia problemática ascé– tico-mística contemporánea. El lector se orientará sobre el particular leyendo alguno de los tratadistas más re– cientes. Cf. Marceliano LL\;\!ERA, O.P., Nuevos « Tratados ele teología espiritual», en Teología Espiritual 6 (1962), p. 135-160, 499-517. Lo mismo se diga de la debatida cues– tión de las escuelas de espiritualidad. Cf. Joseph DE Gur– BERT, S.J., En quoi clifferent réelle111e11t les diverses écoles catlwliques de spiritualité?, en Gregorianwn 19 (1938), p. 263-279; Innocenzo Cowsro, O.P., Intomo al problema della molteplicitá del/e seuole spirituali, en Vita Cristia– na 15 (1943), p. 175-187; Bernardo APERRIB\Y, O.F.M., For– mas de espiritualiclacl, en Verdad y Vida 15 (1957), p. 73-88, 199-231.

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