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L,\ MORTIFICACIO:S 135 austeridades y penitencias. Con todo, para no verse privada de esta cualidad ele auténtica esposa ele Jesús crucificado, por su parte nunca se contentó de poco, sometiendo su cuerpo a rigurosas y con– tinuas penitencias. El cilicio la acompañaba con frecuencia; se alimentaba de legumbres más cru– das que cocidas, que conservaba hasta tres días para evitar la preocupación de preparar y condi– mentar otras; durante toda una cuaresma su lecho fue la dura tierra, etc.º'. También a lo largo de la vida dolorosa del calva– rio la Fundadora encontró fieles seguidoras, que, como ella, hallaron sus dulzuras en el amargo cáliz ele la mortificación. Entre otras, la Madre Constan– cia de Capus fue una «hija favorita de la Cruz», junto a la cual se complacía meditar espiritual– mente unida a la Reina de los mártires. Los his– toriadores nos han conservado algunos rasgos tí– picos y anecdóticos. « El amor a la penitencia fue, por así de– cirlo, su pasión dominante y resplandecía en toda su conducta. No contenta con las absti– nencias impuestas a todos por la Iglesia ni con las privaciones ordinarias de la vida re– ligiosa, se servía para mortificarse ele los mis– mos elementos naturales, a los que abando– naba despiadadamente su cuer,po. Ni el sol, ni el relente, ni el viento ni la lluvia le ser– vían nunca ele molestia; antes bien formaban sus delicias, y los invitaba, como a ,los seres más agradables, con el profeta a bendecir al "º Cf. DE SAINTE MARIE, Abrégé de la vie, P. 258-269. Se recuerdan muchos actos penitenciales de '1a Santa Madre.
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