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124 LAS VIRTUDES tes rigores. Asimismo se admite que había otros monasterios en los cuales el tenor de vida era llevadero; pero, por desgracia, lo era tanto desde el punto de vista ascético y monástico, que la relajación había tomado en ellos carta de ciuda– danía. Y el hecho constituía a su vez otro obstá– culo para que las almas generosas, enemigas de mediocridades y compromisos, optaran por aban– donar el mundo y romper los vínculos familiares para no poder después dar rienda suelta a sus anhelos de perfeooión. Por todos estos motivos, que estamos entresa– cando del proyecto primitivo de Juana de Les– tonnac", se imponía una via media y equilibrada, equidistante de los rigores inabordables y ele las comodidades inaceptables. Era necesario trazar un camino por el que pudieran enderezar segura– mente sus pasos tanto las que deseaban remontar el vuelo en la Viida claustral como las que en los claustros no podían desplegar las alas de su espíritu por falta de fuerzas físicas. El secreto consistiría en saber armonizar la mortificación externa y las austeridades penitenciales con las posibilidades físicas y las exigencias indeclinables de la vida contemplativa y activa. Y este era el fin que perseguía el nuevo Instituto, el cual abría sus puertas a cuantas almas generosas deseaban consagrarse de por vida a Dios en los moldes de la vida monástica y dedicar sus energías al bien del prójimo, acoplando las fuerzas del cuerpo a las exigencias de la gracia. 2 Cf. Abrégé ou Forme de I'Institut, lug_ cit.; Institut des Religieuses, 39 sigs.
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