BCCCAP00000000000000000000582
120 LAS VIRTUDES vificado y armonizado por el espíritu de obedien– cia. Era un espectáculo que no podía por menos de impresionar agradablemente a quien lo obser– vaba. « En definitiva, había establecido con tan– ta perfección esta virtud de la obediencia, que nada se ejecutaba, ni aun la más mínima acción, sino a impulso de su movimiento. Las Madres ancianas, que dada su avanzada edad podrían haber tenido alguna excusa para dis– pensarse de alguna observancia, eran las pri– meras en ejecutarlo todo por obediencia. Todas se hubieran hecho un escrúpulo hasta de hacer un punto de aguja, beber un vaso de agua, decir una palabra en tiempo de si– lencio, escribir o recibir una carta, dar o aceptar un mínimo regalo sin permiso de la Superiora. En fin, se desempeñaban todos los oficios con tal exactitud y sumisión que aquella casa parecía un cielo, porque la vo– luntad de la Superiora -que era la de Dios– se ejecutaba con toda perfección; y detrás de sus órdenes, los ojos de estas siervas de Jesús estaban en fas manos de su maestra, como dice el profetaª, pues no obraban sino movidas por su voluntad. Y su obediencia, además de causar alegría espiritual a la Su– peviora, les procuraba a ellas también el mérito, toda vez que las acciones indiferen– tes, que no podían ser meritorias en su pro– pia naturaleza, se les hacían muy provechosas cuando procedían de su movimiento, que las elevaba a un orden sobrenatural,,". 8 Cf. Salmo 122, 2. " FRANCISCO JeLIA DE ToLOsA, Vita della Venerabile, par– te II, cap. 10, f. 230v.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz