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LA OBEDIE:s!CIA 119 3. - MAESTRA Y ALUMNAS. Es incuestionable que estas normas constitu– cionales reflejan con fidelidad el pensamiento de la Fundadora. Fue efectivamente una maestra con– sumada de obediencia y las religiosas hicieron progresos considerables en su escuela. Y los his– toriadores lo han puesto de relieve. « Con tal éxito les había enseñado a de– pender en absoluto de la obediencia, así en lo relacionado con las fundaciones como con cualquier otro asunto, que si mientras gober– nó la Orden se la hubiera ofrecido la posibi– lidad de establecer monasterios en la Nueva Francia y hubiera tenido libertad de esco– ger religiosas para ellos, habría destinado a cuantas le pluguiera sin encontrar siquiera una que le dijera: ' No quiero o no puedo ir '. Tan bien las había formado y tan bien les había impreso el aprecio de ia obedien– cia y el deseo de incrementar la gloria de Dios y de procurar la salvación del prójimo, que todas se veían como forzadas a excla– mar: Heme aquí, Madre mia; enviadme adon– de queráis. Soy vuestra; haced de mi lo que os agrade » 7 • Y no solo en casos como éste, que son mas bien excepcionales y en aquel momento histórico eran irrealizables, sino que en la misma vida ordinaria de la comunidad el quehacer diario de la observancia y del apostolado se desarollaba vi- celona 1686, págs. 23-28, y Málaga 1780, págs. 55-70; y una edición francesa sin año ni pie de imprenta. 7 DE S.UNTE MARIE, Abrégé de la vie, p. 224 sig.
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