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L\ OBEDIENCIA 115 color del hábito; pero al interior la distinción procede de la diversa tonalidad que se da a deter– minadas virtudes en conformidad con la propia legislación y con la finalidad específica de cada una. El ideal que bajo este segundo punto de vis– ta presentaba como distintivo de la Compañía de María era el de la obediencia. Por esta razón « recomendaba encareoidamente a sus hijas que se esforzaran por aventajar a todas las religiosas en lo tocante a esta virtud, pues debía ser su nota y característica esencial. Ni debían preocuparse de que en otras Or– denes se realizaran más obras que en la suya, con tal que en ésta predominara la obediencia. Ponía todo su empeño en destruir en cada una el sentimiento de la propia vo– luntad, para enseñarlas a practicar con toda perfección esta virtud » '. Los biógrafos destacan en múlüples y signifi– cativos episodios el acendrado amor de la Funda– dora a esta virtud y la inviolable fidelidad con que la observaba. Escogemos al azar solamente uno que manifiesta al mismo tiempo el temple heroico de esta mujer fuerte. La fundación del monasterio de Tolosa fue para elfa un calvario. Las contradicciones e incomprensiones sembraron de espinas su camino antes de conseguir el es– tablecimiento definitivo. Cuando todo parecía anunciar ya un próximo y lisonjero éxito, el car– denal de Sourdis reclama su presencia en Bur- ' Cf. DE SAINTE MARIE, Alnégé de la vie, P. 291 sig.; FRANCISCO JULIA DE TOLOSA, Vita della Venerabile, parte II, cap. 10, f. 229v; Histoire de l'Onlre I, p. 388.

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