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112 L\S VIRTL'DES de Grenade con una escoba u otro enser domés– tico en la mano, inundado su rostro de una alegría tan sincera y espontánea que cautivaba las mira– das y la admiración de las novicias y religiosas, quienes a porfía seguían sus ejemplos y enseñan– zas·. Y cerramos el capítulo con el testamento espi– ritual de la Madre Serena Coqueau. En él no es difícil vislumbrar la faceta de la espiritualidad, que estamos considerando y entrever al mismo tiempo la eficacia de las enseñanzas de la Funda– dora y el espíritu de la legislación. Fue una de las fundadoras de Béziers, en don• de entregó su alma a Dios el 14 de septiembre de 1621. Las religiosas rodeaban su lecho de dolor e insistían en que les hiciera alguna exhortaoión especial, que les sirviera como recuerdo espiri– tual de su santa convivencia en el monasterio. Mas ella, siempre amante del silencioso escondi– miento y del olvido de si misma, no consentía a estos deseos. Ante su resistencia, interpuso su va– limiento el confesor, y 'la enferma manifestó con estas palabras su última valundad: « Tengo para mi que la humildad es la virtud más necesaria a una religiosa. Es la raiz de la paz interior y la que la produce en nosotras. Es la fuente de todas las gra– cias. Es la que nos da la victoria sobre nuestros enemigos, que deponen sus armas ante la humildad verdadera. Es la que nos hace menospreciar todo cuanto hay de crea– do dentro y fuera de nosotras para unirnos 7 Cf. Histoire de l' Ordre I, p. 432.
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