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108 L\S VJRTCDES y abatimientos con el mismo o más ardor y entu– siasmo con que los mundanos corren en pos de los honores, desean la nombradía y ambicionan la reputación. Gloríense de que sus faltas e imper– fecciones sean manifiestas a la Superiora, y reci– ban las correcciones y reprensiones que les hicie– ra, como también de los avisos y amonestaciones ele las hermanas. Y, como prueba de amor a esta virtud, acepten con alegría los oficios más bajos y abyectos del monasterio que más repugnen a su amor propio y sentimientos; antes bien no reputen ninguno demasiado vil, " pues por más vil que parezca, en la verdad no lo es, sino muy subido », porque todo lo que se hace en la Orden por amor de Dios «es muy grande y muy noble,, 1 • Por esta misma razón se exhorta a la Superiora y a las Madres en general que se ejerciten fre– cuentemente en los oficios bajos y humildes para común ejemplo y edificación". 2. - EXPERIENCIA VIVIDA. Este plan ascético someramente trazado por las reglas era, sin duela alguna, el fruto ele una experiencia vivida primero por la Fundadora y seguida más tarde como norma inspiradora por sus hijas. La Madre no permitía que otras la prececlic- 1 Cf. Co11stitutio11s qui co11cement l'i11strnctio11 spiri– tuelle VI/9-12, en Recueil, p. 52-53. " Cf. Regles de la Premiere III/37, en Reciieil, p. 63.

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