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LA ORACION 101 aureolada de claridad extraordinaria. Enderezaba constantemente sus novicias al ejercicio afectuoso de la presencia de Dios, como medio indispensable para alcanzar una santa familiaridad con El y asegurar la práctica de todas las virtudes. De esta fuente inexhausta de gracias había sacado ella las l1iquezas que adornaban su alma: la humildad, la mortificación y el celo que brillaban en el desem– peño del oficio de maestra de novicias y directora de la congregación de las externas 'º. También la Madre María Roux se había edu– cado en estos mismos principios siguiendo el ma– gisterio de la Fundadora en el protomonaster'Ío de Burdeos. Y a su vez los enseñó a la comunidad de Le Puy al ser nombrada superiora. Su asidui– dad a la oración era provevbial, por eso nadie se extrañaba que caminara a pasos de gigante hacia la cima de la perfección. El trato con Dios en la oración fue el secreto de la extraordinal1ia dulzu– ra y del amor entrañable con que conquistaba la confianza de sus hijas. Y el Señor le comunicaba sus luces y le dispensaba abundantes gracias, por manera que su gobierno fue sumamente feliz y provechoso"'. En la comunidad de Brioude brilló como astro de primera magnitud la insigne y fervorosa Madre Carlota des Granges. Su centro de atracción fue siempre la oración, en la que hallaba su mayor consuelo y su verdadero descanso. Y no contenta con gozar personalmente de las espiritqales.deli- Cf. Histoire ele l'Orclre I, p. 467,._ ' t Cf. Histoire ele l'Orclre I, P. S}:3,
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