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10 L\ ESPIRITUALIDAD La Orden de la Compañía de María es ya una parte integrante del estado religioso. Con su apro– bación canónica se había puesto una piedra mi– liaria en la legislación eclesiástica femenina. El 1 ele mayo de 1608 cuatro jóvenes se acercan al altar acompañadas de Juana de Lestonnac y re– ciben el hábito religioso de manos del cardenal de Burdeos, primado de Aquitania. El binomio programático ele oración y acción, santidad y apos– tolado, claustro y escuela comenzaba a actuarse b:.1,io la protección de María Santísima en la ca– pilla bordelesa dedicada al Espíritu Santo. Los éxitos iniciales no defraudaron las espe– ranzas concebidas. Al contrario. Se había comen– zado a ensayar el remedio de una necesidad ur– gen te e impelente de la sociedad. La instrucción cristiana de la niñez y de la juventud cuenta desde ahora con la eficaz aportación de las fuerzas orga– nizadas de una Orden religiosa que la toma como cmpeüo vocacional. Se había encendido un faro de luz y sus resplandores rebasaron muy pronto los muros del monasterio y las murallas de la ciudad. La juventud con ansias de consagración y apostolado corría a alistarse en sus filas. La niñez y la juventud, tesoro de las familias, se confiaban a los cuidados maternales de las reli– giosas. Se multiplican las vocaciones y el alum– nado. Transcurre un breve período de intensa pre– paración y sabia organización. Y comienza la ex– pansión. Con el mismo espíritu del primer nucleo se crean otros centros en diversas ciudades, men– sajeros de idénticos ideales y garantía de los

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