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2 P. MELCHOR DE POBLADURA I. - GÉNESIS Y FORMACIÓN DE LOS PROCESOS DIOCESANOS Y APOSTÓLICOS l. - Vliloración histórica Los procesos de beatificación y canonización de los siervos de Dios abren a la historiografía amplios y a veces insospechados horizontes. Evidentemente el investigador, hojeándolos, se ha de resignar a las arideces del estilo curialesco y burocrático, a las declaraciones, que se suceden unas a otras con el ritmo de una secuencia monótona, y a las repeticiones anodinas e insignifican– tes. El historiador no puede aceptar como oro de ley cuanto los testigos afirman, sino que ha de valorar tesis y antítesis y aqui– latar afirmaciones que a primera vista se presentan con el sello de lo inequívoco y evidente. Precisa distinguir la sinceridad sub– jetiva y la veracidad - que por lo general puede admitirse sin reparos sustanciales - de la verdad objetiva de los hechos, te– niendo presente que no es imposible ni difícil que ésta sea adulte– rada, aunque de buena fe, por el recuento de las maravillas y acciones excelsas y por los imponderables que pueden influir en los llamados a testimoniar a favor de quien previamente ha sido ya catalogado entre los probables candidatos al honor de los al– tares. Pero no cabe la menor duda que, sabiendo leer e interpretar el cúmulo abrumador de noticias, hechos y declaraciones que con– tienen los procesos, el biógrafo e historiador logrará mil detalles que reflejan la personalidad del siervo de Dios, su carácter y temperamento, su modo de ser y obrar, su espiritualidad, etc. Naturalmente, no se dejará deslumbrar por los resplandores reales o aparentes de lo sobrenatural, con que los testigos suelen recargar su visión personal del santo; pero tampoco puede ni debe honra– damente desecharlos, sin haber antes apurado su valor objetivo. Dos son los escollos principales que pueden comprometer la tarea del hagiógrafo en la búsqueda de la verdad a través de los procesos: la credulidad infantil y fantasiosa, y la hipercrítica racionalista y despiadada. Para evitar sus fatales consecuencias y soslayar otras dificultades, ha de buscar y colocarse en el punto central. La fantasía sostenida y guiada por la sana crítica le hará penetrar muy hondo en el alma de los santos. La piqueta demoledora sin el calor de la fantasía reconstructora y sin la benévola comprensión de las circunstancias aja las flores más vistosas y desbarata los planes mejor trazados. Hay que tener asimismo en cuenta que los procesos no brin– dan una visión panorámica y acabada de los siervos de Dios, sino que ofrecen solo una arista de su poliédrica figura, una faceta de su múltiple personalidad, es decir: la santidad. Los testigos con sus declaraciones miran principalmente a demostrar el as– pecto sobrenatural manifestado en las virtudes aureoladas por el
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