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16 P. MELCHOR DE POBLADURA se refieren a otras ciudades. El mismo biógrafo enunció la verdad en otro lugar: « En varios tiempos se han formado procesos en Villafranca del Bierzo por autoridad apostólica y ordinaria sobre el culto y milagros del beato Lorenzo de Brindis: los primeros fueron el año 1630 » 2 º. En efecto, fué el nuncio César l\'Ionti, quien a principios de 1630, en conformidad con las órdenes recibidas de la Santa Sede, instó al provincial de los capuchinos de Castilla para que llevara a cabo las informaciones canónicas 26 • Y el P. Alejandro de Va– lencia delegó al P. Francisco de l\'Iadrid; éste desde l\'Iedina del Campo remitió la solicitud al obispo de Astorga Mons. Alonso Mejía de Tovar, quien el 20 de julio nombraba juez delegado a todos los efectos al chantre de la colegiata de Villafranca, don Gaspar de Losada y Quiroga. Dos eran los fines que se propo– nían con estos informes, y ambos están especificados en los po– deres presentados y admitidos en el obispado: 1 º « verificar al– gunos prodijios y milagros que Dios nuestro Señor a obrado por la devoción del venerable P. Frai Loren<;o de Vrindis »; 2" « ber y certificar la asistencia [ ! J del cuerpo, dispusi¡;,ion y avito » 27 • El 30 de julio el juez Losada acompañado del escribano Juan González y de Francisco de l\'Iadrid se personó en el torno del convento de la Anunciada. Presentó a la abadesa sor l\'Iaría de la Concepción sus poderes para proceder a las investigaciones; pero se le contestó que el conceder o negar el permiso solicitado era incumbencia del superior de los franciscanos observantes de la localidad. Por consiguiente los comisionados se dirigieron a dicho superior, P. Baltasar de Valencia, y obtenida la licencia regresa– ron aquel mismo día al monasterio de las religiosas. Y sin pérdida de tiempo allí mismo el P. Francisco presentó los 0 primeros testi– gos. En total declararon diez y nueve: 3 sacerdotes; 5 religiosas clarisas y 11 vecinos. Dos habían conocido al Siervo de Dios, mien– tras militaban bajo las banderas de don Pedro de Toledo en las guerras de Italia y uno había oido hablar de él a un tío suyo que había sido alférez en las mismas; tres lo trataron en Lisboa. 0 • !bid., 551. "' En la húsque<la que hemos hecho en el Archivo Vaticano, N1rn.:.Spag11a vol. 71, no hemos halla<lo ninguna noticia sobre el particular. 27 Para comprender esta última frase, conviene recordar que en el proceso de Milán el compañero <le! siervo ele Dios, P. Juan María ele Monteforte, declaró que las monjas amortajaron el cadáver vestido con el hábito ele los franciscanos observantes, porque el que había usado estaba hecho pedazos por los tijeretazos que le habían dado para apoderarse ele algún trozo como reliquia. El postulador Juan ele Castano comunicó la noticia al general de la Orden, y el P. Juan María de Noto escribió desde París el 24 <le junio ele 1629 al provincial de Castilla, mandando qup si el rumor correspondía a la verda<l, procurara que se le pusiera el hábito capu– chino antes de que se hiciera el reconocimiento canónico. El original ele la carta del P. General y una copia <le la del P. Juan ele Castano se conservan en l\Iaclricl, Bibl.Nac., ms.3554, p.180-183. También las conoció el P. Francisco ele Ajofrín (Vida, virtudes y milagros, 525).

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