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86 SOR MARÍA DE LOS ANGELES SORAZU mildad, mi aborrecimiento a todo lo que sea pensar y hablar de mí" (7-II-1912). 2. También dificultaba su labor la persuasión en que vivía de no ser capaz de escribir, que era como una consecuencia de su h1;1mi!<lad. "Yo no sé escribir, y aunque alguna vez se me diga, se me olvida con mucha facilidad, porque tengo tan mala memoria que no me acuerdo ni del día en que vivo; y de los años que tengo necesito preguntarlo a las religiosas, que lo saben mejor que yo... ¡Válgame Dios! Luego dirá que cuando Dios Nuestro Señor quiere una cosa da al alma la aptitud necesaria para aquello que le pide...; bien poca dispo– sición tengo para escribir con tan mala cabeza" (21- IV-1912). Y a una incµcación hecha por su Director ele que no tenía "tan mala memoria", respondía con donaire no sin viso de exageración y sin que el delicado pincel ele su humildad re~argara los colores: '' Estoy en el deber de creer todo lo que V. R. me dice en pro y en contra, aunque estando en pleno día me diga que es de noche. Mas en cuanto a tener buena memoria, no sé cómo puede ser, pues necesito ponerme a discurrir aun para recordar la focha dd día, si es lunes, si mar– tes, etc.; y más de una vez he tenido que ir al coro a mirar la cartilla para no equivocarme... No me querrá creer, pero soy un zoquete de primrra y holgazana hasta no más, pues por no discurrir un poco soy capaz de hacer cualquier cosa" (23-I-rgrr). J. La dificultad de exprrsar lo que veía en Dios, o sea de encerrar en los limitados términos del humano
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