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PROLUSION H ?lN pasado casi tres lustros desde que leí la correspondencia epistolar inédita de la sier– va de Dios Sor 111aría de los Angeles Sorazu con su Dfrector espiritual P. lvfariano de Vega, O. F. lvl. Cap. Tal vez fuí el primero que la conoc1'.ó. Confi'.eso que la lectura de aquellos originales autó– grafos ejerció en tni alma un influjo bienhechor, aimque no comprendí entonces las bellezas que encerraban, ni sospeché tampoco que andando el tiempo me hubiera de tocar a mí la fortuna de 1nan1jestarlas al público. Era el afio I937. ~Mis ocupaciones absorbían toda mi actividad muy lejos de la patria. Había relegado al olvido la súnpática figura de aquella alma extraordinaria cuya grandeza espiritual ha– bía apenas vislunibrado a través de sus escritos ínti11ws. Un día del mes de marzo recibo una carta con noticias sobrenianera tristes de la patria lejana y atormentada, qite denodadamente co11i– batía por la reconquista de su di'.gnidad y de su grandeza. No eran sólo noticias; había ta11ibién

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