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84 SOR MARÍA DE LOS ÁNGELES SORAZU escritos. No puedo acordarme de ellos sin que cam– bie de color, de vergüenza que me da. ¡Y si fuera sólo vergüenza!" (5-VI-r9n). "¡Obligarme a escribir! ¡Ah' Esto es demasiado ... ; es una penitencia muy pesada... , es el sacrificio más grande que me pueden exigir" ... (zr-IX-rgn). "Sola mi voluntad permanece unida a la divina, y es la que lleva al entendimiento y memoria al sacrificio de escribir; pero ¿cómo? Con el gusto que las reses al matadero. ¡Pobrecitas! ¡Cuánto sufren! ... Sólo pensar [en escribir] me produce calentura" (22-I-r9r2). "Escribir detestando con toda mi alma esta ocupa– ción ... ¡Ay Dios, y qué bien me mortifica con los di– chosos escritos! ¡Tener que estar siempre, toda la vida escribiendo paparruchas que ni siquiera quisiera recordar! ¡Qué penas tan graneles paso por esto! ... Abo– rrezco el escribir como el infierno" (30-VI-r9r2). "El escribir es la muerte de mi alma, así que estoy con muchos temores. ¡Ay, Dios mío, por qué camino tan escabroso y peligroso me llevan!" (28-IX-r9r2). "Si viera, Padre mío, cuánto me sacrifico! Algunas veces pienso que mi sacrificio [por escribir] sólo puede com– pararse con el que haría un alma bienaventurada si se le obligase a dejar a Dios en el Cielo y venir al mun– do" (r3-XI-r9r2) (r). "Ningún martirio más penoso para mi alma y contrario a mi inclinación a perderme en su infinidad que el trabajo escriturario" (r7-I-r92r). (1) En la Vida espiritual, pág. 198, hablando de la dolorosa prueba que para algunas almas constituye el escribir, dice: «l~s un tormento tan insoportable, que solo puede ser comparado con la pena de daño que padecen las almas en el purgatorio.,

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