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60 SOR MARÍA DE LOS ÁNGELES SOH.AZF reprende a su dirigido con estas vibrantes frases, que exponen a maravilla la doctrina seguida por el P. Ma– riano: "¡Válgame Dios, Fr. Diego mío! ¿Aún vives? ¿Aún tienes honor que ~'indicar? ¿Aún quieres tú re– comendar tu doctrina? ¿Es tuya? ¿Qué? ¿No hay Dios en Israel que vengue y defienda sus ministros? ¿Te des– atendió ese Provincial? ¿Dudó de tu conducta? ¿Y qué? Si Fr. Diego iba a hacer la causa de Dios; si Fr. Diego no debe sentir sino amar la contradicción, ¿a qué irse a dar satisfacción, a pretender informes, a dar razón de su doctrina? Debes darla cuando la Superioridad te pregunte sobre ella; pero, sin ser preguntado, no hiciste bien. Fué sugestión de enmascarado amor propio, fué tal vez alguna oculta complacencia en tratar con esas criaturas; y si sólo hubo deseo de su bien, fué indis– creto, inoportuno y defectuoso el medio que escogiste ... No apruebo la satisfacción intentada y en parte come– tida;'.y SC'a regla general padecer en silencio (y si te la die– ren, con gusto) toda humillación, sea la que fuere y venga de quien venga." Por contera y remate de este episodio vamos a copiar el comentario que el mismo sugier~ al P. Ambrosio de Valencina: "Vemos que el celo indiscreto, la emulación non sancta, o la envidia mujeril comete la estupidez de tener por sospechosa la doctrina de un Fr. Diego de Cádiz, y de alejarlo del trato con dos Comunidades de religiosas. ¡Desdichada la Comunidad que apartó de sí a un siervo de Dios! ¡Desgraciada la monja que aleja a su Comunidad de la comunicación y trato con un Confesor o Director santo, porque en su pecado lleva la penitencia y el cas– tigo para sí y su Comunidad! ¡Oh, cuánto puede la
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