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LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL 59 pertenece al número de los escogidos... Dios quiera que esto se arregle; por más que aunque ahora no se arre– glase, algún día se arreglaría. Sufriremos y callaremos, que es lo mejor, hasta que Dios Nuestro Señor haga suya nuestra causa. Escríbame pronto, Padre mío, y no sufra por mí. Su reconocida hija, que mucho, mu– chísimo le ama y venera en Dios''. La calma serena y la resignación cristiana con que el P. Mariano recibió esta prohibición, que creemos no sea irreverente tachar de injusta y caprichosa, no podía ser mayor ni más edificante. Ni una palabra de queja, ni una alusión poco benPvola, ni una frase nerviosa. ¡Nada de eso! Bien al contrario: palabras de confor– midad y perdón, al mismo tiempo que atribuye el des– enlace a posibles faltas que acaso hubiera podido come– ter en el desempeño de su difícil y santa misión. ¡Cuánto y cuán bueno hay que aprender en esta conducta y en el contraste entre perseguidos y perseguidores! Permítasenos una disgresión que tal vez no esté aquí fuera de lugar. El B. Diego José de Cádiz dirigía en Málaga no sé qué Comunidades de religiosas. De resultas de ciertas quejas contra su dirección y doctrina, un Prelado aconsejó o mandó a las citadas Comunida– des que no trataran más con el Apóstol Capuchino. "Yo caí en el yerro -dice el Beato- de buscarlo [al Pre– lado] y pedirle se hiciese información de mi doctrina, y si había errado se me dijese en qué, y si no, se dijese a las religiosas era buena y sana aquella doctrina... Me arrenpentí después de ello, conociendo debía haber ca– llado". El P. Francisco Javier González-su director-, con aquella valentía y franqueza que lo caracteriza,

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