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LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL 39 mí, yo no puedo ir a Dios, aunque me llame el mismo Dios y me asegure de la manera más solemne ser ésta su voluntad" (r-IX-rgro). De esta verdad estaba plenamente convencido el P. Mariano, el cual le escribía en carta fecha rz de diciembre de rgro: "Tu vida, crecimiento, santidad y perfección pende de la dirección, porque así lo ha de– terminado el Señor." Y el 3 de mayo de rgn le decía: "Te aseguro en nombre de Dios que tu vida, felicidad, seguridad, santidad y todos los bienes te vendrán por la dirección, como la propia experiencia te lo confirma cada día.'' En las cuales palabras veía Sor María de los Angeles confirmado cuanto por ella pasaba: '' Con tantos trabajos y tribulaciones como he padecido he llegado a unos extremos en que sin dirección es segura mi perdición, pues ni sé dónde vivo ni lo que hago; me hallo en un estado de impotencia suma para todo lo que no sea obedecer. Y sin un Ministro de Dios, sin un Dios visible que me asegure y diga lo que debo rechazar o creer, soy capaz de negar hasta mi propia existencia, si aprendo que no existo. Ni distingo los objetos visibles ele los invisibles. ¡Tal es el estado de incertidumbre en que me hallo!" (z(i-1-rgn). "A la letra se ha verificado en mí lo que tengo indicado repetidas veces ele palabra y por escrito, esto es, que abandonar la dirección y llenarse mi alma de tinie– blas, perder a mi Dios, esclavizarme (a lo menos apro– ximarme) con las criaturas y revolcarme en el cieno del pecado es todo uno" (r6-r7-IX-r9n). . Además, la dirección espiritual era como el depó– sito y el canal de las soberanas efusiones de Dios en

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