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CORRESPONDENCIA EPISTOLAR 25 liar, no siempre exento de impropiedades gramati– cales, pero siempre flúido y realista y tal cual vez iró– nico y gracioso, narra sus penas y alegrías, sus goces y tristezas, sus divinas elevaciones y sus cobardías humanas, sus triunfos y sus derrotas, sus adelantos y sus retrocesos, las exigencias de la gracia y las posi– bilidades de la naturaleza. En una palabra, nos da un retrato fiel y acabado, sin retoques ni falseamientos, de su alma privilegiada. Estas cualidades que tanto avaloran la correspon– dencia eran como naturales en Sor l\Iaría de los Ange– les: '' Como escribo lo que pienso y siento, sin reflexionar sobre ello ni pedir consejo a Dios (porque me parece debo hacerlo así a fin de que hablando yo me vea a mí y no a Dios, y me conozca quién soy y en qué estado estoy, etc. etc.), muchas veces escribo lo que no quiero o no pensaba escribir" (29-X-1910). Había pensado no comunicárselo, "pero, puesta a escribir, se me corrió la pluma y se lo comuniqué sin reparar en ello" (15- III-19n). Nada me apura tanto como escribir, a no ser pecados, "excepto algunos días, horas y momen– tos, que hablo sin darme cuenta, por haber perdido no sé si la vergüenza o la razón, o las dos cosas" (26-IX- 19n). "Yo no sé decir las cosas a medias, y en trances apurados derramo mi alma como agua en quien me escucha" (18-IX-19n). "Tengo que hablar claro y ser ingenua como una niña para quedar tranquila" (10- II-1912). "Con algún temor tomo la pluma para escri– bir la presente, porque me parece que no es mucha mi razón y cordura y que estoy más para disparatar que para decir lo que me conviene. Mas así como nunca
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