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CORRESPONDENCIA EPISTOLAR bueno, malo o indiferente podía ni debía ocultar, si quería perderse en Dios, así también estas cartas reproducen cabalmente todo el ser moral y espiri– tual de Sor María de los Angeles. Para ser más exac– tos, diremos más bien que en ellas se ve casi fotográfica– mente el lado humano de su espiritualidad, mientras que el lado divino, con ser y todo abundantemente descrito, a veces se adivina más bien que se ve. No sólo la humildad de los verdaderos siervos del Señor dispone de medios ingeniosos y sutiles para ocul– tar los dones sobrenaturales con que Dios los enriquece, sino que a veces su pluma y su palabra son impotentes para expresar las altísimas y divinísimas comunica– ciones a que se ven elevados. Es éste un fenómeno que con frecuencia salta a la vista leyendo las cartas de Sor María de los Angeles. He aquí algunos ejemplos: "Bien quisiera yo, mi queridísimo Padre, decirle lo que entendí y entiendo... , pero no puedo. Pediré al Señor que se lo dé a conocer, y espero que así lo hará" (12-VIII-1910). "¿Cómo dar cuentá de lo que me pasa en Dios y con Dios? Yo bien quisiera, Padre mío, y no ocultarle nada; pero son tantas las cosas que le tengo que decir, que por lo mismo me veo inca– paz de hablar" (24-XI-1910). "Como si Dios fuese yo y yo fuese Dios; no sé como decir. .. No sé de qué ma– nera, mejor dicho, lo que no sé es explicar" (r-V-r9rr). "Mucho más tenía que hablar sobre esto, pero me canso ya de escribir; y porque siendo Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y las elevaciones de mi alma y actos de amor e identificación de la misma con Él el cántico siempre antiguo y siempre nuevo de esta pobre cría-

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