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SEMBLANZA 1 73 el presente... Mi alma, tan infame, tan criminal, tan relajada en mi vida, tan reprensible en mi conducta, tan poca mi vigilancia en la guarda de mis potencias y sentidos, tan ninguno el cuidado en evitar pecados y tan absoluto el abandono de mi conciencia en que he vivido; tan descuidada en el cumplimiento de mis deberes religiosos y de cargo en cuantos oficios he des– empeñado en la Comunidad; tan amiga de comodidades, tan enemiga de sacrificio, tan tarda en responder a los llamamientos divinos y tan perversa en todos concep– tos" (21-VII-rgro). Quien tan hedionda y abominable se contemplaba, ¿ qué mucho que quisiera esconderse y ocultarse a las mi– radas de los hombres? La antítesis entre la justicia y l santidad de Dios ----que veía con fulgores ~ cielo- y su nada y pecado la confundía y avergonzaba. Es una página autobiográfica digna de recordarse: "Tra– bajada por la luz purificadora no veía en mí sino el yo pecador, resaltando más su horripilante fealdad al lado de la justicia y bondad soberana, que al mismo tiempo me mostraba, y padecía infmitas angustias al verme o sentirme la antítesis de éstas y unida a aquél, mejor dicho, identificada. Considerándome el desorden com– pleto, me daba vergüenza de mí misma, y el horror y aborrecimiento propio me arrastraban fuera de mí; pero no había efugio ni refugio... Me sentía tan vil, fea y aborrecible a Dios y a las criaturas y tan inferior a todas, incluso a los demonios, que buscando un lugar en la creación entera para establecerme no lo hallé. Me avergonzaba de ser religiosa y vivir en compaü.ía de las almas consagradas a Dios, y quisiera huir de