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IJZ SOR MARÍA DE LOS ÁNGELES SORAZU Que todas sus predilecciones [de Dios] por mí -como tantas veces me ha demostrado y es verdad- han sido efecto de esta humildad que exige y prevé en mí, de cuya humildad le resulta mucha gloria" (12-VIII-1910). La humildad era el punto de partida de todas sus ascen– siones: "Sin bajar, nunca he podido subir" (3-III-1912). Son sencillamente maravillosas las páginas en que nos describe su propio conocimiento, eco -como es natural- del elevadísimo conocimiento que poseía de Dios. La historia de la hagiografía nos tiene acos– tumbrados a las pías exageraciones de los predilectos del Señor; pero creemos poder afirmar que Sor María de los Angeles puede competir con los más aventaja– dos en la práctica de esta virtud fundamental. Contaba apenas tres años de edad. Una idea clarí– sima penetró profundamente en su inteligencia. Enten– dió y se persuadió que toda la malicia humana se hallaba concentrada en ella, y que por lo mismo era -y lo sería siempre- el blanco de la justa ira de Dios y del desde– ñoso desprecio de los hombres. Y como engolfada en esta triste idea pasaba los días, los meses y los años; padeciendo siempre -y siempre en silencio- toda suerte de sufrimientos físicos y morales; huyendo de todos y hasta de sí misma, temiendo los castigos de la justicia divina. En esta atmósfera de tristeza y des– consuelo iba progresando la ciencia del propio ser. '' Soy un abismo de miseria, un monstruo de maldad, a quien parece es tan esencial la maldad como a Dios la santi– dad... Soy una pura soberbia, y de la humildad no me han quedado más que algunos vestigios que dejó en su paso en mi alma en tiempos más alegres para mí que
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