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lJO SOR MARÍA DE LOS ÁNGELES SORAZU Su vida: fué una vida de obediencia. Las OBEDIENCIA , . luchas mas sangnentas y dolorosas, las dificultades mayores que hubo de vencer en su ca– mino de perfección fueron aquellas con que el ene– migo de todo bien pretencl}a arrancarla de los brazos de la obediencia. Y esto no por lo que tuviera de arduo el renunciar el propio criterio o el negar la voluntad propia, sino porque muchas veces la obe– diencia se le representaba como incompatible con la práctica de la humildad, y por otras razones expues– tas al tratar de la dirección espiritual. Los extremos a que llegó su obediencia los pone de manifiesto el voto hecho el 8 de diciembre de 1907 y publicado ya en la Autobiografía, página 233. "No me cuesta obedecer a la más inferior; aparte de que yo no busco al hombre sino a Dios y bástame saber que Dios asiste en V. R. para que yo le respete y venere, mire como a Dios, reciba sus enseñanzas y ejecute sus órdenes con el mismo gusto y mayor seguridad que recibo las enseñanzas y ejecuta– ría las órdenes dadas por el mismo Dios" (21-VII-rgro). No ~sólo, sino que "me cuesta más el desobedecer que el obedecer, en lo que encuentro mi descanso" (24- VIII-1910). Tan identificada vivía con esta virtud, que a las veces prorrumpía en frases como éstas, aparentemente paradójicas: "Estoy resuelta a hacer todo lo que V. R. me mande, aunque supiera que me iba a condenar, pues prefiero condenarme obedeciendo que salvarme haciendo mi propia voluntad" (2r-V-r9rr; ro-V-rgrr). "Estoy dispuesta a negar mi voluntad, si es que tengo voluntad distinta de la de mi Dios, que me parece que no,

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