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SEMBLANZA fin de que esta divina Señora sea conocida, ensalzada, amada y glorificada de todos los Angeles y bienaven– turados en esta pobre alma por tantos títulos toda suya" (5-XII-r9ro); "pues fué ella mi guía y la que me enseñó a servir y amar a mi Dios. Jamás lo olvidaré'' (25-IV-r9r2). "Los caminos de Dios en los cuales no intervÍene la Virgen me eran completamente descono– cidos y se me representaban terribles, llenos de simas, y temía precipitarme en uno'' (r). Por el contrario, estaba plenamente convencida "de que la vida mariana es el camino más seguro para arribar a las playas de los diversos grados de divina unión y el medio de merecer las predilecciones de Nuestro Señor" (2). A la luz de estas verdades se comprende mejor el entusiasmo con que habla de María Santísima, a la que estaba tan unida, '' que era necesario que Dios me ani– quilase para romper los lazos que me unían a la Virgen y retenerme fuera de sus dominios, de la total depen– dencia de la Señora" (3). Y le parecía "que era el alma más allegada, íntima y familiar a la divina Señora" (4). Era tal el transporte con que hablaba de la Virgen, que a las veces prorrumpía en invocaciones líricas, senci– llas, ingenuas y sentidas, con las cuales, en forma poética algún tanto desaliñada, manifestaba sus sentimientos. He aquí el texto de tres plegarias por ella compues– tas, para las que sacó también el acompañamiento de la música: (1) Autobiografía, pág. 280. (2) Ibld., pág. 283. (3) Ibíd., pág. 280. (4) Ibíd., pág. 178.

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