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SEMBLANZA Ifo vivamente anhelado y rara vez poseído, os sentiríais dichosas con vuestra suerte. ¡Qué felices sois!; yo, en cambio, ¡qué desgraciada!" (1). Diariamente asistía con cierto sentimiento de pre– sencia a cuantas Misas se celebraban sobre la redondez de la tierra, y en todas se ofrecía al Padre en unión del Hijo Sacramentado, como también en todos los taber– náculos y sagrarios del mundo y en todos los corazones que lo recibían, anhelando además "recibirle tantas veces cuantas eran las almas que pudiendo no lo reci– ben sacramentado" (z). Por un privilegio poco común, parecían rasgarse los velos eucarísticos, y la presencia de Jesús en la hostia consagrada '' era para mí una evidencia por la especia– lidad con que se mostraba el Señor y hacía presente a mi alma" (3). Y su Director espiritual se inclina a creer que Jesús la distinguió alguna vez con la gracia sin– gular de la presencia sacramental de las sagr:1das espe– cies dentro de su pecho de una comunión a otra. Ciertamente, un árbol regado sin cesar con la sangre divina del Cordero Inmaculado y alimentado por la savia de un Dios Sacramentado no podía por menos de crecer y desarrollarse con lozanía, produciendo los opi– mos y excelentes frutos de santidad que nos es dado admirar en·la vida de Sor María de los Angeles de Jesús Sacramentado. (1) Autol>iograjía, págs. 152-153. (2) lbid., pág. 345. (3) lbid., pág. 229. 11
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