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152 SOR MARÍA DE LOS ÁNGELES SORAZU ''en un vivir su alma de una misma vida de amor y de gloria con Dios'', y d segundo --consecuencia del prime– ro- '' en d impulso o dedicación de su vida a salvar mu– chas almas" (9-VIII-1910). En una de las comunicacio– nes con que el Divino Esposo de las almas frecuentemente la regalaba, le hizo ver que su vida de ella '' era y sería siempre la encarnación de su vida y espíritu divino" (1). Por manera que con toda verdad podía escribir a su Din'.ctor: "1\Ii vivo anhelo de reproducir los infinitos e inefabl(,s misterios que comprende la vida eterna de Dios Uno y Trino, la historia de la Encarnación, o el misterio de la Unión Hipostática, juntamente con d espíritu, enjcsusamÜ'.1ito, etc., de la Santísima Virgen, entiendo que es mi vocación y como virtud, 1wrfección y carácter peculiar de mi espiritualidad. Lo he entendido así siempre, incluso en los períodos de tibieza y rela– jación, en los cuales no he podido recordar los divinos misterios sin adorarlos con entusiasmo y estimación divina y ansia suma ele reproducirlos en mi vida. Jamás he podido resignarme a participar sólo en parte la vida de Dios, limitar mi anhelo a un misterio ni a varios, sino que he sentido necesidad de asimilarme la historia entera de mi Dios Humanado encarnado en María, y con Jesús y en el seno de su vida íntima o de su doble naturaleza poseer todos los misterios de la Trinidad'' (24--VII-1920). He ahí en pocas palabras el autorretrato moral de Sor 1\Iaría de los Angeles; ella misma nos ha revelado el ideal y las características más notables de su espiritua- (1) Cf. Autobiografía, púg. lll.

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