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I48 SOR MARÍA DE LOS ÁNGELES SORAZU de Sor María de los Angeles. Así se deduce de las imá– genes de sus escritos y de las frases de su corresponden– cia. Eran por demás difíciles los misterios que debía ex– poner y complicadas las situaciones de conciencia que debía manifestar; las claridades de la contemplación cho– caban estridentemente con la impotencia y la limitación, de la pluma. Por eso se comprende mejor la fuerza y vivacidad de la imaginación y fantasía, que sabe, a pesar de todo, encontrar figuras expresivas y apropia– das, imágenes vigorosas y múltiples para declarar con acierto su pensamiento. Sólo ele su Autobiografía podía componerse una guirnalda ele bellas imágenes y pintores– cos símiles, que nos revelarían mejor que las palabras la riqueza y fecundidad de su imaginación. Pero el espacio no lo consiente. Otra manifestación ele la facultad imaginativa la hallarnos en los dibujos. Estos, sin embargo, son pocos, y de ellos cl(~cía irónicamente la autora que valían "tan poco como la mano que los pintó" (3-XI-1920). Ciertamente que no sobn:sakn por la Jincza y armonía de la línea ni por lo acompasado ele la proporción, pero revelan la exuberancia ele la fantasía, que sabe acumu– lar tan variados y complicados sujetos secundarios que facilitan la comprensión ele la idea central. Tal vez parte de la imp('.ríccción ele ellos haya de atribuirse a la humildad de la dibujadora, a quien repugnaba exte– riorizar su arte y sentar plaza de sabia (::;-I-r9rr). Cierto, que mucho se cl('.be a la precipitación con que, para no perder tiempo, los ejecutaba. Un testigo decía que entre los dones con que la enric1neció el ciclo, uno erad de saber pintar.

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