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146 SOR ~IARÍA DE LOS ÁNGELES SORAZU (13-VIII-1920). Se comprende fácilmente cómo tan in– mensa capacidad y tan prodigiosa actividad del alma debía ser, y era en realidad, uno de los obstáculos ma– yores con que tropezaba para traducir fm conciencia, toda vez que "por lo mucho que obra el alma parecen los días aüos y los aüos siglos, y por lo mucho que se goza, los meses minutos" (21-IV-1912). Sin duela que con el correr de los aüos su inteligen– cia se perfeccionaba; pero ya desde la nifíez se reveló muy precoz. "En mi infancia reconocí que mi inteli– gencia tenía facilidad admirable para penetrar los di– vinos misterios del sagrado libro de la doctrina cris– tiana" (1). Es evidente que, a pesar de su profunda humildad, no podía ocultar las maravillosas ascensiones de su inteligencia. Una de sus religiosas testifica lo si– guiente:" Yo observaba en ella lo mucho que a<lelanta– ba en conocimiento de las cosas de Dios Nuestro Sefíor, pues ese mismo Seüor la dotó de un entendimiento muy claro para penetrar las cosas de Dios, y una inteligencia muy fecunda. Algunas veces me ha dicho que sin ella querer siempre estaba discurriendo, y aun por sueños estaba predicando". Pero, en fin, no hay por qué gastar pólvora en sal– vas. Ahí están sus obras escritas y su correspondencia epistolar para demostrar hasta la evidencia la penetra– ción de esta inteligencia singular y los esplendores de la luz divina que irradia en la mente humana. Re– cuérdese, pues, cuanto dejamos dicho de sus escritos, que son la prueba más palmaria de su inteligencia. (1) Autobiografía, pág. 90.

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