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144 SOR MARÍA DE LOS ÁNGELES SORAZU concedió cuanto en favor de su padre moribundo le , pidió. 'f' Este corazón tierno y delicado no era menos mag– nánimo y generoso; sabía perdonar, era incapaz de hacer sufrir y de pensar mal del prójimo y comprome– ter su libertad. '' Poseía un candor infantil que no me permitía pensar mal de nadie, aunque viera estragadas las conciencias de las almas que trataba" (r). Como la superficie tersa y límpida de un lago en calma se agita violentamente al choque de una piedra formando círcu– los concéntricos --cual si quisiera exteriorizar su justa protesta-, así el candor y limpidez de este corazón tierno y afectuoso, fuerte y delicado, no podía por menos de sufrir al contacto de la malicia y de la maldad humanas. Cuanto más avanzaba hacia la meta de la santidad, más intolerable se le hacía el trato con las criaturas, y examinando las causas de este fenómeno escribía a su Director: '' Parecióme era una la malicia y egoísmo que había palpado en algún corazón... , y la malicia que adquirí, además de la que ya tenía; pues aunque siempre fuí perversísima, creía que era yo sola la mala, y no era capaz de juzgar mal de nadie, hasta que lo palpé una y otra vez... Aunque fuí siem– pre malísima -y lo soy más que ninguna-, es violento para mí juzgar las cosas a modo humano y mucho más ver la malicia del corazón humano en el prójimo'' (28-XI-1920). "Dios nos perdone a todos y me devuelva la inocencia que creo he perdido con los desengaños, y porque ha sido necesario que practique la prudencia - (1) Autobiografía, pág. 112.

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