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140 scm ;1,fARÍA DE LOS ANGELES SORAZ\T en Dios, no en las criaturas, en la parte superior de la misma, no en la inferior, pues ésta parece una ciudad sitiada, siempre· en guerra; mientras que la otra es un cielo de paz, de alegría y de luz, tan diferente de la parte inferior como el cielo de la tierra. De aquí que no acierto a demostrar estas dos partes del alma a un mismo tiempo, ni puedo tampoco sin contradecirme en todo y darme un solemne mentís a mí misma en cada renglón c1ue escribo. Porque mientras está la parte inferior gimiendo y llorando y refiriendo los mil dei~res y desgracias que le ocurren y penas que devora, y se pre– senta a quien la mira como un espíritu agitado y angus– tiado en gran manera, la parte superior se ríe, y cual si fuera una reina, una soberana creada para gozar y des– cansar y tratar solo con Dios... En adelante, al leer mis cartas, tenga presente que en ellas no habla más que una parte de mi alma: si trato de pecados y miserias, la inferior, y si de goces, la superior; porque ésta siem– pre ~stá gozando aun cuandomás sufre y padece la primera" (r-V-rgn). "¿Cómo se explica padecer tanto como padecí ... y tanto gozar al mismo tiempo? ¿Cómo es posible que viva un alma unida a Dios y recibiendo gracias y favores sin cuento, al mismo tiempo que sufre y llora y se ve c~mo privada de Dios y de su gloria divina? ¿Tendré yo dos almas? Porque, si es una sola ------- mi alma, no me explico cómo haya en ella cosas tan contrarias como he visto y veo. De aquí que me con– fundo y no sé qué escribir ni qué decir, porque si miro a mi alma por una parte la veo en muchas y largas épocas de mi vida padeciendo lo indecible, como si nada hubiera en ella sino pecados y sufrimientos;

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