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136 SOR MARÍA DE LOS ÁNGELES SORAZU hasta las Pascuas de Navidad" (17-III-1921). Cerremos la serie de estos testimonios -que fácilmente pudieran multiplicarse- con esta explícita confesión: '' Me he convencido que no puedo tener salud si quiero vivir vida de oración, pues donde está mi mirada se reconcen– tra toda mi vida o energía, y su consecuencia es para– lizarse los órganos y desconcertarse todo el organismo. Pero creo -y cada vez estoy más convencida.:_ que no tengo más enfermedad que la debilidad y fiebre que me produce el estado moral" (25-IV-1921). Y la fiebre que el fuego del divino amor le producía iba subiendo grados y más grados; los anillos de esta cadena no interrumpida de sufrimientos físicos, origi– nados por su vida sobrenatural, iban multiplicándose, hasta que se rompió la cadena de aquella preciosa exis– tencia con una agonía que reviste idénticos caracteres de sobrenaturalidad. Este doloroso desenlace no era un misterio para la sierva del Crucificado. "Vivo per– suadida de que entregaré mi espíritu a Dios entre las– timosos ayes y alaridos por la suerte infeliz que tal vez me esperará en la otra vida"(23-I-19n). "Como me ofrecí a Jesús hace cuatro años a morir como Él, pade– ciendo toda clase de torturas y angustias tales que cuantos presenciaran mi muerte me tuvieran, como a Su Majestad, por un herido de Dios... , necesito de ayuda en aquel trance para poder sufrir las terribles angustias que me esperan" (22-II-19n). En el último capítulo de su preciosa obra Vida espiritual nos describe por modo .maravilloso el fenó– meno de la crucifixión mística, ápice supremo de la santidad de la criatura viadora, corona y término aquí

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